ENGLISH

jueves, 8 de septiembre de 2011

RICHARD FORD Y EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA

     Leer a Ford, leer este libro ("El día de la independencia", Anagrama), me reconcilia con el acto de entrega y abismo que hay cuando nos tiramos a por una novela. Es como estrenar algo, un acto perdido, cada vez más difícil de recuperar. A partir de cierta edad las novelas se vuelven más y más insípidas para algunos, y al parecer yo estoy entre ellos, tengo esa edad que no es un número, sino un estado. ¿Son ellas o soy yo?, es la pregunta inevitable. Son ambas cosas. Ford, en este libro, parece escribir para cuarentones decadentes como es mi caso y por ello, puede hablarse de lecturas que se cogen a tiempo.
     La grandeza americana de lo cutre, mediocre. El sublime acto de la derrota humana, de las ambiciones. La constatación de que esta vida es real y es lo que es.


     Leo a Ford con miedo, con entrega, como si tomara un fármaco peligroso que me es irresistible pero del que sé que cuando esté enganchado a él nada será ya lo mismo. Es como si en Ford se cifraba mi madurez, mi rubicón, no habrá vuelta atrás. Leer a Ford me hace pensar que todos los novelistas, por muy grandes que hayan sido, son juveniles. Todos menos Ford y otros que yo no he conocido o a los que he leído muy poco.
      Comprendo que tras leer a Ford, ahora más que nunca, el Quijote será otro Quijote, y se alejará más en el tiempo mi relectura de Rayuela. Casi estoy a punto de llorar por Oliveira, la maga, Cortázar, casi estoy a punto de hacerlo por mí. Sólo que la fascinación de Bascombe, la dureza socarrona, la tristeza tibia, el cuchillo de cartílago blando de la vida que Ford me clava me hacen sonreír vagamente. Es demasiado tarde.

3 comentarios:

  1. Me interesa saber cómo un libro llega a nuestra manos y, además, nos lo zampamos. Me interesa el momento personal que hace de esa lectura algo diferente. Me interesa que te haya interesado hasta el punto de creer por unos días que alguien nos dejó un regalo en el casillero y que fuimos, y que lo abrimos para saborearlo

    ResponderEliminar
  2. Lo cierto es que uno busca los libros por una razón, y estos te encuentran muy a menudo por otra. Tal vez por eso se pierde tanto cuando sólo leemos en pos de algo definido, concreto, delimitado a un campo de interés. Buscaba literatura americana, en general, y este autor desconocido para mí (sus libros, no su existencia). Me encontré con una novela que me hablaba de mí, de mis cuarenta años. Fue desagradable, duro, pero fue real.

    ResponderEliminar
  3. Estoy de acuerdo al cien por cien con lo que dice sobre Ford, y también con su comentario sobre leer libros por descubrimiento, al azar, como un encuentro casual. El peor enemigo de la lectura apasionada es una lista programada de lecturas. Lo digo por experiencia.
    He descubierto a Ford hace poco y aunque me queda para los cuarenta me ha resultado interesante, real, auténtico.
    Bascombe me recuerda en muchas cosas a mí.
    Un saludo.

    ResponderEliminar