El corazón es un músculo que nos estrangula para bombearnos vida |
Noto arena en el corazón, la noto
correr, la siento arañar ese preciado músculo que enrollado como una toalla
empapada en mi sangre me mantiene vivo. Noto esa arena, como un millar de
cristales que gritan.
Dos años de terapia, una ciudad de veinte años de creación
devastada a mis espaldas. Un lugar de bruma que me cuesta a veces distinguir
como mío, un lugar del que he querido huir con mi alma en los brazos. Un lugar
al que regreso cada vez menos, y cuando lo hago, no me gusta lo que veo.
Y ahora, noto arena en mi corazón y algo me dice que tengo
que ponerme a escribir de nuevo. Y yo que soy el hombre sin miedos tengo miedo
a eso, temo escribir, temo despertar algo con lo que no pueda. Se pararon los
bolígrafos, dejé de teclear, de pronto, mi inconstante y nunca lograda forma de
escribir desapareció, mutilada, extinta. Está surgiendo de entre las cenizas o
es sólo su último aliento de vida? Porque en parte no quiero escribir, no
quiero tener el deseo ni la pasión de escribir. A diferencia de antes, cuando
vivía en esa ciudad, ahora la vida si me parece bastante complicada y difícil,
extraña, solitaria a veces (con esa soledad entre otros, esa soledad total de
Cernuda).
Sólo me quedan de la escritura pequeños restos, los
maletines que flotaron tras el naufragio. Como esa frase que encerró igual que
el ámbar un sentimiento, un instante, un soplo de vida. Mi tiempo, mi más puro
yo, mi vida, encerrada en esa frase, sólo ese instante. Puede alguien
reconocerme en ella? Es sólo una ilusión escribir para eso?
Desde que vivo los días como este Robinson anárquico,
sentado en la playa, esperando lo que la marea pueda traerme, mostrando a cada
paso mi mejor sonrisa y mi más sincera amabilidad, parece, para mi sorpresa,
como si la vida me tratara bien, hay en todo más paz, mejor luz, se está mejor.
Para qué escribir entonces? Qué sentido tiene, una vez entregado al puro
devenir?
Tal vez lo más atractivo que encierra la escritura está en
el pacto que esta hace con el tiempo. De diferentes formas, la literatura
adapta el tiempo y la vida dentro de él a nuestra medida, haciéndonos esta no
más comprensible, pero sí al menos más cercana, más fácil de aprehender en
alguna medida.

No sé, tal vez, como tantos dijeron, escribir no es para
algunos más que una enfermedad del corazón, un enfermizo deseo del alma y una
sesera seca de tantos libros. Tal vez esto es sólo arena en el corazón, que
entre los recodos de las venas cuando la sangre la abandona, se seca y escribe frases
sin demasiado sentido.
Así que atrapar el tiempo, guardar los sabores de la vida; o
simple y genuinamente, un deseo puro de belleza, de sentir la belleza del
mundo, por qué no escribir en el sí?
Y cuando pasen las horas vivas, la corriente de sal por la
espalda, el rayo frío del agua en la ducha o esos segundos eternos al despertar
entre las arrugadas sábanas, siempre podrás contenerte, suspirar, y vivir. Por
qué, para que escribir en el no?
Después de todo, vivir es reinventarse a cada paso, o a cada caída. I kill myself today, for second life replay, que dice la canción, de otra forma y en otra historia, que es la misma.
Genial. El hombre ante la escritura, desnudo y sin nada más. Me ha encantado Francisco.
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