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sábado, 23 de marzo de 2013

Cuando la soledad era otra cosa

     Vivir momentos de cambios es enfrentarse a como asir lo que hemos sido. A cómo asirlo, sí, o a cómo dejarlo ir.
      Nunca fueron escritos para eso, mis diarios, pero ahí están. Miro al pasado y lo que leo está lleno de presente y desconocimiento. Estoy versionando a cada rato, como todos, lo que fui. El pasado escrito, una primera revisión, una instantánea verbal, me da el guantazo que me permite ver cuánto me he alejado de aquella experiencia.

     Y todas son reales y todas soy yo.

"Siento una dolorosa soledad, que con sus dientes afilados merodea a mis espaldas y se ríe de mi vida, de todas las vidas en realidad. Nunca imaginé que leería de noche a Mailer y sentiría mientras que asiste impávido a todo Cernuda, de pie a mi espalda, cerca del monstruo de la soledad, comprendiendo mi dolor que subraya algunos versos suyos. Dónde estás tú, que siempre me habías dado calor. Cómo se llega hasta aquí. Cómo mueren las personas que amamos y siguen los fantasmas de sus cuerpos al lado para confundirnos. Todo se hace insufrible a veces, y me atiborro de realidad y rutina para anestesiar los días."

 22 de Febrero de 2007 a las cinco y media de la madrugrada.

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