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domingo, 14 de abril de 2013

PROMISED LAND (Epílogo)

     BEHIND BLUE EYES



      
     Nace el día, amanece (que no es poco). es el fin de la bestia de dos espaldas, el ocaso de los besos aunque los ríos que van a parar a la mar aún fluyen, sin embargo. Inevitablemente, todo es triste o azul, por un momento, aun cuando un sol amarillo le rasca a la arena infinita su primera corteza de nata y canela.   
     Se puede jugar con fuego, cierto, hasta que llegan las brasas, y ya no hay punto de retorno y has de quemarte o salir huyendo. Cuando llega el frío es hora de la última apuesta. Entre el eco de las risas, el parpadeo de mil fotogramas, libros viejos citados mal y ya perdidos en la memoria, tenía que surgir el paso por el que se salía de este valle, este oásis sin palmeras. Esta isla rodeada de muros y chalets de lujo tenía que desmoronarse cuando al final del tiempo apareciera una mirada en forma de interrogación.

     A partir de ahí, el tanteo del pánico, el desfiladero del amor, con esa caída a medio metro hasta un fondo conocido y cercano aún. Pain is coming.

 keep me in your heart for a while


     Lo cierto es que ha sido hermoso, muy hermoso. Vivo, lleno, grande. Lo cierto es que ha sido eso, y que no puede ser más. El paraíso tenía su fin, escrito a la entrada como un anuncio incómodo, y ahora se elevan de nuevo las voces que os llaman, los miedos que os acunan, el tiempo que os separa. That’s life.

       Los ojos azules cuando lloran parecen hielo derretido. Dentro, contienen un secreto y es común a todos nosotros, pero eso no los hace menos poderosos, menos subyugantes, no encogen menos el corazón por ello. La serpiente del dolor avanza, sin manzanas ni necesidad de palabras.

     Pero luego, amanece definitivamente y hay un reencuentro una vez más, y hay que agotar la mañana, y la tarde, sin salir de este cuadrilátero mullido testigo de estos días. Y a través de este pacto hay lugar para la dulzura, para la dulce amistad triste del adiós, para comprender y aceptar lo encontrado. Y se apuran los restos de estos cuerpos que parecían ya cansados, pero qué va.

  Me decía Zizek ayer que no queremos lo que creemos que queremos. Pero lo parece, coño, vaya si lo parece. Que no queremos, realmente, ser felices, alcanzar lo que deseamos, pues en el momento que lo somos desaparece el misterio, es ya otra cosa, y con él el deseo, motor de la vida.

   Yo no lo sé, no estoy seguro, ignoro si detrás de un deseo, cuando lo alcanzas, no hay otro encadenado, y así sucesivamente, como un abrir de puertas entre habitaciones que se suceden en un gran laberinto. Todas las personas, de alguna manera, somos matrioskas sin fin que esconden el premio gordo en el último juego.

     Lo cierto es que en el juego de las tres diferencias tú y yo hemos salido perdiendo, así tenía que ser. Pero en el del encuentro hemos ganado, mucho, todo, esto. Y ahora brotan risas y palabras más sinceras, dolidas y puras, ahora que es el fin, y de pronto, nos miramos cara a cara.


2 comentarios:

  1. "Siempre habrá quien lea, siempre querremos leer, lo digo y lo dirán muchos".

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  2. Leer, escuchar, acompañar. Un placer tu escritura. Gracias.

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